El
videoarte de seis minutos nueve segundos titulado Sinvergüenzas (2001)[1],
es
dado a conocer por su guionista y directora, Sandra Vivas, como un documental
ficticio de las fantasías “sexuales” de 28 mujeres. Se trata de un recorrido
por todo un abecedario de muy diversas fantasías femeninas.
Pero
lo que nos motiva a pensar es en qué sentido este video (en general y en cada
una de sus letras) se hace efectivo.
·
Aborda las
fantasías desde lo erótico, la ironía, la parodia, citas de obras de arte
contemporáneo e imágenes poéticas. Todos, aspectos manejados de muy distintas maneras
en cada caso.
·
Nótese que en la
descripción dada por su autora la palabra sexuales
está enmarcada por comillas. Las comillas en la descripción de esa propuesta
apuntarían, pues, a una primera desestabilización, es decir, una relacionada
con aquello concebido como sexual. Y es que, este trabajo parece tener entre
sus objetivos, por un lado, el horadar las naturalizaciones en torno a lo que entra
en lo sexual y lo que no y, por otro, cuestionar juguetonamente, los
estereotipos estupidizantes y naturalizadores que los medios audiovisuales
masivos nos han impuesto.
En
cuanto a esta última idea, para precisar el sentido en que hemos hecho la afirmación
sobre los medios audiovisuales, hemos encontrado un título afín: Post-pornografía y contra sexualidad[2]
texto en el que el autor, Felipe Díaz San Martín, hace apuntes sobre cómo el arte
ha venido trabajando en la contravención de las performatividades de la
pornografía. Es decir, Díaz San Martín apunta cómo las prácticas artísticas se
posicionan frente a las normalizaciones que ese medio realiza desde el esquema masculino
y heteronormado, estableciendo las formas de tener sexo, sus recortes y la
burda utilización de los cuerpos femeninos. Pero esa contravención, en el caso
del arte, es efectuada desde lenguajes semejantes a los utilizados por la
pornografía misma a partir de la descontextualización para sacarlos de la
normalidad de su discurso.
El
arte contemporáneo, y más específicamente el videoarte, trabaja desde sus
inicios (en los años 60) en la utilización de los recursos aportados por los
medios masivos en función de debatir la ferocidad con que los modelos mediocres
impuestos por las hegemonías intentan homogeinizar los gustos y prácticas
humanas para alimentar sus sistemas de mercado.
En
el caso del videoarte Sinvergüenzas, en efecto, se atreve a burlar los códigos desde adentro del medio
mismo a través de la fantasía y sus potencialidades, que, por su dinámica
particular son tremendamente escurridizas a las categorizaciones y taxonomías.
Entonces,
nos interesa, a partir de esta reflexión sobre los componentes del videoarte de
Vivas, entrar en la comprensión de qué cosa y en qué sentidos funciona la
fantasía.
Judith
Butler apunta que “La fantasía no es lo opuesto de la realidad; es lo que la
realidad impide realizarse y, como resultado, es lo que define los límites de
la realidad, constituyendo así su exterior constitutivo”[3].
Partiendo
de esa afirmación podemos comprender que la fantasía es una especie de expansor
de las nociones establecidas y acomodadas. También es un mecanismo
frecuentemente utilizado por los massmedia. Pero, en el video reseñado, estas
fantasías se movilizan simultáneamente entre las costumbres y deseos ya marcados
por la performatividad mediática y su permanente burla. Para lograrlo, la
artista se ha valido de fantasías que no entrarían en los esquemas de lo sexual
en términos estereotipados y de citas de otros trabajos de artistas
contemporáneos que se han relacionado con el sexo o el amor desde perspectivas
inusuales.
Aquí
la fantasía es un juego de espejos y veladuras mucho más complejo que el que
funciona en una publicidad de AXE,
esto porque se desplaza hacia otras bases y referencias de los sujetos.
Por
otro lado este trabajo pone en espacio de relevancia a las fantasías femeninas
situadas fuera de lo que la masculinidad capitalista impone que las mujeres
deben fantasear, visibilizando, desde esta perspectiva, que hay otra
posibilidad de sujetos femeninos y sus imaginarios que ha sido sistemáticamente
obliterada por los intereses del esquema masculino-blanco-moderno- capitalista
-colonial.
En el trabajo de la artista Sandra
Vivas (que ha recorrido la performance, el video y la fotografía, la escritura,
el dibujo y la pintura), hay una reiterada y consistente una toma de posición
frente a los estereotipos de lo femenino y lo masculino. La desigualdad,
subordinación u opresión, son identificadas en sus propuestas con sentido del
humor y agudeza para reblandecer las raíces de la domesticación. Aún hay mucho
trabajo por hacer en cuanto a la reconfiguración de los modelos operantes sobre
el papel de la mujer la sociedad. El videoarte Sinvergüenzas, creemos, debe ser visto y re-visto, pensado y
repensado en función de extraer sus múltiples y transformadores sentidos
trabajados para la producción de relaciones menos subordinantes y más humanas.
ABRB, marzo 2009.
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