Los
jóvenes de América se ponen la camisa al codo,
se hunden las manos en la masa,
y la levantan con la levadura de su
sudor.
Entienden que se imita demasiado,
y que la salvación está en crear.
Crear es la palabra de ésta generación
José Martí, 1891
Las dicotomías como civilización
– barbarie y las expectativas depositadas sobre el progreso y la modernidad sujetadas
a los procesos de urbanización,
industrialización, mercado y consumo han provocado que nuestra idea de
aquello que es cultura se halla visto radicalmente “desinfectada” de su relación
etimológica con la palabra cultivo y, más aún, de las prácticas (y sus
complejas implicaciones) relacionadas simultáneamente con el mundo productivo y
los ámbitos de lo simbólico, entre el trabajo y el placer o, peor aún, la
relación de convivencia (y no de explotadores – explotada) entre los humanos y
la naturaleza.
Este video está hecho
a partir de un grupo mínimo de preguntas que Bravo utiliza como medio de
aproximación con una niña de diez años nativa de Casupo, Estado Miranda,
Venezuela. Pero estas preguntas han sido presentadas, como en el cine mudo, a
modo de carteles como una especie de señal que deja entender la decisión tomada
por la artista de enmudecer para dejar que se escuche con atención otra voz, la
de la experta que nos dará una lección de cultura.
Las respuestas
espontáneas de esta pequeña demuestran sus elaborados conocimientos sobre la
siembra, el uso de los productos de su plantación como alimentos y medicinas,
las fases lunares, las técnicas apropiadas para la siembra y el cultivo, y un
modo de asumir la vida creativamente a partir de las posibilidades de su lugar
y de las enseñanzas ancestrales que le ha transmitido su abuela, a la que
siempre menciona.
El video revela también
que ya, a su corta edad, esta niña tiene un amplio sentido de pertenencia sobre
esa tierra que siembra; habla con afecto y ternura de los frutos de su trabajo pero,
además, tiene una visión crítica sobre el
desconocimiento que la gente de la urbe caraqueña tiene sobre los procesos y la
procedencia de los alimentos y las plantas medicinales que consume pues, como
ella nos indica, apenas se limitan a ser compradores inconscientes y pasivos
por lo que, con mucho tino, la niña los llama ignorantes en un momento de la
entrevista.
Pero, por qué decimos
que es un término tan atinado el usado por esta niña: estos consumidores a los
que ella se refiere, generalmente, no solo desconocen de dónde vienen y cómo
“aparece” aquello que se llevan a su boca o a su piel para restaurar sus cuerpos
sino que, además, son en su mayoría negligentes, no pretenden inquirir en
aquello que se puede y debe saber sobre las facultades de la tierra en la que
habitan que, por costumbres implantadas por el sistema de mercado, miran con
distancia y a manera de postal, desdeñando al campesino y desechando los
beneficios de los productos que tienen origen en esa tierra de la que también ellos
(los urbanos) son, de una u otra manera originarios, sin poder notar las
posibilidades de no ser manipulados por el mercado global, el FMI o las
propuestas del TLC, las opciones de humanización que ofrece el estrechar lazos con ella, y los saberes que
esa tierra ha sido capaz de generar.
Este comportamiento tiene
siglos engranándose en nuestras mentalidades, en nuestra noción de lo que es
culto, y es por eso que José Martí escribía, llamando la atención, en el texto Nuestra América en 1891:
Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de
pedestal, porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz
e irremediable a su república nativa, porque no le dan sus selvas nuevas modo
continuo de ir por el mundo de gamonal famoso, guiando jacas de Persia y
derramando champaña. La incapacidad no está en el país naciente, que pide
formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir
pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de
cuatro siglos de práctica libre de los Estados Unidos, de diecinueve siglos de
monarquía en Francia. (Martí, 1985: 27)
No
querríamos dejar de introducir en esta reflexión sobre otras dimensiones
desdibujadas del término cultura un texto de Daniel Mato (pedimos disculpas al
lector de antemano por la extensión de la cita que observamos imprescindible e
imposible de recortar) que amplía y complementa la dimensión de lo que
avizoramos en lo señalado por Martí en Nuestra
América y lo sugerido por Bravo a través de su proyecto en relación con el
redimensionamiento de lo que estamos entendiendo cuando hablamos de “cultura”:
Numerosos estudios realizados sobre la
maquila ponen de relieve aspectos económicos del asunto, así como problemas
relacionados con el pago de muy bajos salarios, la contaminación ambiental, los
atropellos al personal y los impactos negativos en su salud, que no podemos
dejar de mencionar. Sin embargo, en esta oportunidad me interesa poner de
relieve algunos aspectos culturales asociados al establecimiento de las
maquiladoras. En primer lugar debe tenerse en cuenta que en no pocas ocasiones,
para numerosos trabajadores de estas plantas su relación con ellas implica su
incorporación -por primera vez- al mercado de trabajo en el marco de una
relación estrictamente salarial (e impersonal respecto de la experiencia
anterior de algunos de ellos trabajar en pequeñas empresas familiares, o al
menos propiedad de residentes “visibles” de la misma localidad), puesto que
numerosas maquiladoras emplean como mano de obra asalariada a personas que
hasta entonces estaban dedicadas a tareas agrícolas (sólo en ocasiones en el
marco de relaciones salariales), o a la costura y otras actividades
no-agrícolas, pero de manera artesanal o en pequeñas empresas. Así resulta que
estas inversiones inducen cambios muy importantes en la organización del
trabajo y en los hábitos de trabajo y de vida de la gente. Estos cambios no sólo
tienen que ver con los tipos de tareas que realizan las personas, sino también
con que en muchas ocasiones éstas pasan del trabajo individual, en solitario,
en pequeños talleres o en la tierra, al trabajo industrial donde muchas
personas trabajan bajo un mismo techo, de maneras coordinadas e
interdependientes, con rutinas prefijadas, con horarios rígidos, frecuentemente
rotativos, en condiciones que muchas veces afectan su salud, además de sus
hábitos de vida. Pero no sólo eso: muchas de estas empresas ofrecen empleos que
frecuentemente son tomados por mujeres jóvenes (en México 70 % de las
trabajadoras de las maquiladoras son mujeres, la mayoría de entre 16 y 24 años
de edad; en Guatemala el 90% son mujeres) que hasta entonces no tenían empleo
remunerado, sino que participaban en empresas familiares sin recibir
remuneración alguna. De este modo se alteran los modos de organización de la
vida familiar y también las relaciones de poder en el seno de las familias
(estos cambios son significativos, independientemente de si uno los considera
positivos para las relaciones intergenéricas o intergeneracionales). También
cambian las pautas de consumo de estos trabajadores, el tiempo disponible para
alimentarse, los alimentos que pueden preparase o tomarse en ese tiempo, la
disponibilidad de efectivo para hacer compras, el tipo de ropa que necesitan o
desean usar, los productos de las industrias del entretenimiento por los cuales
se interesan, etc. (Mato, 2000: 9- 10)
Más adelante Mato agrega
que esos patrones de consumo modificado han hecho que las familias abandonen
sus hábitos de reunión para comer en familia sustituyéndolos por la “solución”
de la comida rápida del McDonald que se ha instalado cerca de la maquila
convenientemente.
En este marco añadiremos
que consideramos que Curso introductorio de cultura dictado por
una experta, hecho con una notoria e intencional austeridad de recursos,
es una molotov simbólica que hace estallar varios sentidos de los que solo podremos
destacar aquí algunos:
·
Está
producido desde una voz que concentra simultáneamente a varios sujetos sociales
que han sido foco de discriminación, invisibilización, exclusiones, represiones
y abusos: alguien del género femenino[2], pero
además de diez años (una niña), mestiza, afrodescendiente y campesina pero que,
por otro lado, a través de
la clase que ella nos dicta, se transforman en voces activas e insurrectas que,
de ser atendidas, ofrecen una opción de recomposición de las nociones y
sistemas que rodean al término cultura y la cadena de estructuras que lo
acompañan. Esta
niña se convierte allí en una figura dialogante con el hombre sencillo martiano que, además de estar mucho más allá del
estereotipo idílico que anula las posibilidades de los sujetos como locus de enunciación, ofrece la posibilidad
de entendernos con mayor claridad y efectividad como nuestroamericanos.
·
El uso de la palabra de esta niña, que
está marcado por las características lingüísticas del habla de la gente de
campo en la región central venezolana (como por ejemplo el cambio del uso de
las erres por el de las eles y algunas expresiones locales), de
seguro, representarán dificultades para otros hispanohablantes a la hora
descifrar algunas de las ideas que esta niña expone, sin embargo, están llenas
de un saber que resulta profundamente conmovedor y un verdadero llamado a la
reflexión sobre términos que nos hacen ignorantes en el ámbito del cultivo, los
saberes ancestrales y el placer ligado a ese trabajo. Elementos que nuevamente
nos hacen pensar en Martí y su reclamo a una intelectualidad que de tanto mirar
hacia afuera y tanto procurar un verbo florido se ha vuelto ciega ante el saber
de los hombres naturales y las
exigencias de estos últimos frente a un intelectual que debería gobernar desde
el profundo conocimiento de América (que incluye los saberes de las y los
abuelos), aunque es importante decir que aquí la artista que produce el video
no pretende colocarse en la posición del intelectual líder sino que se implica
en una nueva experiencia como aprendiz de los saberes populares.
·
El rosado sutilmente insertado en el
video no es fortuito: Argelia Bravo, al igual que Yves Klein[3] (y
su azul Klein) aunque, en el caso de Bravo desde su contrasentido, ha hecho de
ese color una huella ligada a la ironía sobre la seducción y la castidad[4] que
se suponen apropiadas para las mujeres, se trata de un desarrollado dispositivo
de rebelión emergente desde sus cuestionamientos y reflexiones a partir del
género. Es el rosado bravo esta vez
presente en la tipografía aplicada al video y en el vestido que la niña está
usando.
·
Además, la niña encapuchada con el
pasamontañas responde a dos necesidades simultáneamente:
1.
La LOPNA (ley orgánica de protección
de niños, niñas y adolescentes), en Venezuela, prohíbe la aparición explícita
de niños en cualquier medio de difusión.
2.
Argelia Bravo concibe sus propuestas
como un medio neoguerrillero desde
una complejización de su historia personal desde que nació con la guerrilla (historia
ligada a la del país pero escudriñada ahora conscientemente desde lo personal),
sus posibilidades actuales y significados ocultos u ocultados. En este caso quiere
provocar una discusión entre los hábitos de consumo urbanos y lo que sería su
contrapartida subversora (guerrillera) en
la clase de cultura que la niña
campesina nos imparte. Posición que vemos muy afín a las palabras de Martí al
inicio de Nuestra América "Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo
en la cabeza, sino con las armas en la almohada, como los varones de Juan de
Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas
valen más que trincheras de piedra" (Martí, 1985: 26). Esas metáforas
de guerra que Martí usa con frecuencia en el texto pero que además se suman a
la manera en la que propone vincularse con el terruño, facilitan las
asociaciones con el modo en que Bravo está planteando la figura del
guerrillero y las capacidades simbólicas de la guerrilla (más que como
apología, más que admirando su acción armada, llama la atención sobre la capacidad
de la guerrilla en relación con las ideas, preguntas y sacudones semánticos que
produce su existencia) unidas a
las de las prácticas del cultivo y la cocina que a través de esta niña,
encapuchada, sugiere varias rupturas de estereotipos y esquemas naturalizados.
Para finalizar, quizá
sea importante decir que no pretendemos una lectura fascinada por la vida de
campo, de la vida fuera de la urbe, ni tampoco satanizarnos como habitantes de
este ámbito. Queda claro que ni Martí en su momento, ni la autora del video
tomaron ese camino tan simple.
Conscientes de las
importantes dinámicas y procesos de intercambio cultural que permanentemente
estamos experimentando, despojados de simplificaciones o purismos ingenuos,
pero dirigidos a una dimensión menos concentrada en la “haute culture” y más atentos
a aspectos en exceso desatendidos de nuestro propio acervo, hemos pretendido
detenernos en ideas puntuales de un diálogo entre dos latinoamericanos con
posición propositiva ante una incompleta comprensión de nuestra cultura incluyendo
sus repercusiones políticas, económicas, sociales.
Nos ha quedado mucho
por decir, por lo pronto tan solo reiteraremos en que Curso introductorio de cultura
dictado por una experta dialoga esplendorosamente con la inversión de
valores propuesta por Martí en Nuestra
América y se sitúa en el lugar de la larga y compleja tradición que intenta
la construcción de un pensamiento latinoamericano, esta vez desde una
contemporaneidad que procura retomar ciertas ideas depositadas en el olvido
programáticamente por lo que a oídos de los fans del presente, podrían resultar
apenas retórica romántica sin aplicación, pero que, con unos sutilísimos giros que
toman en cuenta nuestras actuales condiciones y conscientes de nuestros
contextos, aparecen como imperativos vigentes y, definitivamente, necesarios de
considerar con urgencia de lo cual, artistas contemporáneos de la talla de la
venezolana Argelia Bravo se han percatado y que podría entenderse como una
evidencia más de que los alardes de superación de los conflictos generados por
la incomprensión de nuestras particularidades culturales y sus procesos,
promulgados por ciertas corrientes de la posmodernidad, son apenas juguetitos
inventados para entretener a los incautos.
Albeley Rodríguez
Quito,
10 de noviembre de 2008
Referencias bibliohemerográficas, audiovisuales y
electrónicas
Bravo,
Argelia, Clase de cultura dictado por una experta (primer capítulo), Videoarte en
formato MiniDv, 10’ 40’’, Caracas, 2008.
____________,
Correo electrónico de la artista a quien suscribe, Caracas - Quito, 2008, pp. 4
___________ “Argelia
Brava. Reflexiones sobre una acción corporal
censurada (la
propuesta original tuvo que ser modificada debido a que las autoridades
académicas no aceptaron la presentación de desnudos masculinos)”, ponencia presentada
en las 2as Jornadas de Diversidad
Sexual, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 14- 15. 06.04,
en http://www.debatecultural.net/Visuales/ArgeliaBravo.htm
Hernández, Carmen, “Argelia Bravo: La castidad seductora” en: Desde el cuerpo. Alegorías de lo femenino.
Una visión del arte contemporáneo, Caracas, Monte Ávila Editores
Latinoamericana, 2007, pp. 172 – 176 y 203 – 204.
Martí, José, Nuestra América, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1985, pp. 26- 33
“Intento
concebir el proyecto en su conjunto desde una perspectiva de género, tratando
de asociar el hecho de la cocina como una actividad que ha esclavizado a la
mujer y transformarlo en una acción subversiva, desde el momento en que se
contextualiza en la situación global El
conocimiento y la práctica de saberes ancestrales es subversivo.” (Bravo: 2:
2008)
No
podemos dejar de apuntar que a pesar de comprender los tiempos en los cuales
Martí desarrolló sus ideas, no deja de ser incómodo el percatarnos del discurso
masculinista presente permanentemente en Nuestra
América.
Yves
Klein fue un artista plástico y performer francés (Niza 28 de abril de 1928 – 6 de junio de 1962)
considerado como una importante figura dentro del movimiento neo Dadá. En
muchos de sus trabajos Klein cubrió con pintura azul a un grupo de
mujeres y las estampó contra el lienzo dejando así la impronta de sus cuerpos
desnudos sobre la tela, utilizándolas como si fueran "pinceles
vivientes". A finales de los años 50, los monocromos de Klein se centraban
en un color azul intenso, que Klein patentó como el International Klein Blue o Azul Klein.
Carmen
Hernández, crítica y curadora de arte contemporáneo latinoamericano es quien
precisa en su libro Desde el Cuerpo. Alegorías de lo Femenino (2007) esta
noción de seducción y castidad en el
trabajo de Argelia Bravo.
Este
artículo fue publicado originalmente en el libro: Daniel Mato (compilador) Estudios
Latinoamericanos sobre Cultura y Transformaciones Sociales en Tiempos de
Globalización-2, Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
(CLACSO) y UNESCO, 2001,
pp. 147-178
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