El siglo XX estuvo signado por una fascinación por
la máquina como metáfora del progreso y por la amplia capacidad humana para
intervenir sobre su entorno. En el arte es fácilmente identificable la
atracción del movimiento futurista, de inicios del siglo pasado, por las
máquinas y su movimiento veloz, y es
memorable la declaración de su Manifiesto: “Un coche de carreras con su capó
adornado con gruesos tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo... un
automóvil rugiente, que parece correr sobre la ráfaga, es más bello que la Victoria de Samotracia”[1].
En la actualidad la avanzada tecnológica parece
ilimitada y, sin embargo, autores como Paul Virilio señalan con preocupación la
contaminación veloz, indetenible e imperceptible que las tecnologías están
efectuando sobre nuestras cotidianidades, de modo que, por ejemplo, el fenómeno
de las guerras ya no proyecta imágenes apocalípticas de estruendo y horror,
sino que es una especie de espectáculo que ocurre con mayor fuerza desde los
nuevos medios de comunicación o desinformación.
Las máquinas con grandes engranajes vistas en
filmes como Metrópolis, los robots de
las series de los 70s, o los aterradores
robots inteligentes de los 80s con toda su materialidad, han desaparecido
dejando apenas su rastro en una virtualidad que los ha sustituido.
En contraposición, Enrique Moreno retorna a la
realidad sensible y tangible de aquellas máquinas, rescatando aquellos
mecanismos de su obsolescencia para transformarlos en una robótica precaria
cargada de evocaciones.
Fotografía: Enrique Moreno
El artista viene trabajando con insistencia en
propuestas escultóricas que producen curiosidad y asombro infantil en quien las
experimenta (independientemente de la edad que se tenga). Su investigación
parte de la deconstrucción de aparatos domésticos para la invención de nuevas
máquinas cuya función práctica ha sido desechada en aras de creaciones sin
aparente utilidad.
Moreno se concentra aquí en mostrar elementos,
percepciones y lógicas de la vida cotidiana desde una perspectiva en la que se
destacan las condiciones precarias de ciertas construcciones de viviendas
urbanas (los ranchos), así como otras soluciones de la vida ordinaria, y el ya
conocido (en su proceso creativo) uso de recursos tecnológicos rescatados y
resemantizados.
En esta exposición el artista hace funcionar 8 propuestas
que convierten a la Sala
11 del MAC en un recinto post-industrial. Aquí la máquina ha dejado de ser un
sueño de progreso, casi al contrario, el desgaste museográfico se vuelve
poesía, las piezas siempre inacabadas se comportan como partes desmembradas y
disgregadas de un solo cuerpo hecho de retazos: en una los latidos del corazón,
en otra las piernas de movimientos torpes, en otra brazos ensayados varias
veces... Los materiales como el alambre, alambrón, nailon, los cables, pequeños
motores de electrodomésticos, botellas de plástico, instrumentos musicales, etc., son
estructurados en esculturas maltrechas adrede para tocar y descubrir – a través de
movimientos y sonidos – aproximaciones alternas sobre nuestros propios entornos
habituales.
Albeley Rodríguez
Caracas, junio 2012
Fichas Técnicas
Columnas
2012
5
volúmenes móviles (motoreductores, cables eléctricos, alambrón).
2
de 250 x 35 x 35 cm
y 3 de 200 x 20 x 20 cm
Vlouer
2012
Volumen
sonoro (soplador, cables eléctricos, botellas de plástico, motor de ventilador).
270
x 40 x 40 cm
Saranda
2012
Volumen
sonoro (saranda, cables eléctricos, motor de ventilador, poliestireno).
270 x 40 x 40 cm
Synchronous
motor
2010- 2012
6
péndulos entre páneles museográficos (alambrón, motoreductores, cables
eléctricos y páneles museográficos)
200
x 80 cm
(dimensiones internas)
WRO
2012
Volumen
móvil aéreo (motoreductor, cables eléctricos, alambrón).
170
x 20 x 35 cm
4 x 2
2009
– 2012
Volumen
antimúsica (caladoras, cuatros de souvenir, alambrón)
150
x 100 x 100 cm
Chaca – Chaca
2011
Volumen
móvil (motoreductor, cables eléctricos, alambrón).
170 x 50 x 50 cm .
Lou Fai
2011
Volumen
sonoro (motoreductor con base de portarretrato)
40
x 30 x 30 cm
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Reseña del artista
Enrique Moreno, Nace en Trípoli, Líbano en 1971. Vive y trabaja en Caracas, Venezuela.
Es licenciado en Artes Plásticas, mención Escultura,
IUESAPAR, (2000) y TSU en Mecánica Automotriz, IUT (1994). En sus artefactos ha
combinado sus dos áreas de formación. El movimiento que desgasta superficies a
través del tiempo y la vulnerabilidad de la memoria han sido sus constantes.
Los ensamblajes de Moreno suelen ser elaborados con cables y alambres, motores,
metales y otros materiales que se mueven creando dibujos, desgarramientos,
intervenciones de la sonoridad habitual, así como alteraciones de la visualidad
y de las dinámicas del espacio.
Entre los reconocimientos más destacados se
encuentran:
·
Mención de honor en el
Salón Aragua (2002)
·
Mención de honor en el II Salón
Exxon Mobil (2003)
·
Segundo premio, 6º Salón Pirelli
de Jóvenes Artistas, Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber,
Caracas, Venezuela (2003).
·
Premio Pedro León Castro, III
Salón de Arte Exxon Mobil de Venezuela, Museo de Bellas Artes, Caracas,
Venezuela (2005)
· Premio 9ª Bienal Nacional de Escultura Francisco Narváez, Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez, Porlamar, Edo. Nueva Esparta, Venezuela (2007).
Este artista
está presente en algunas de las más
relevantes colecciones del país: Colección Patricia Phelps de Cisneros,
Colección Banco Mercantil, Colección Exxon Mobil y en el Museo de Arte
Contemporáneo de Caracas (MAC) con la pieza Diinnn
Don (Segundo Premio VI Salón Pirelli de jóvenes artistas, 2003).
Enrique Moreno
está dedicado a la mecánica automotriz al tiempo que desarrolla sus propuestas
de arte, performances, como Dj. Babalu así como otros planteamientos de arte
sonoro. También formó, junto con otros artistas, del ensamble sonoro Perroroboto.
Ha realizado
exposiciones individuales y colectivas en Venezuela y otros países como
Argentina, Inglaterra, Cuba, Alemania, Brasil y Colombia.