A propósito de Conticinio. Una propuesta del proyecto Ecous
En
su Metafísica, Aristóteles le asignó
un valor supremo al sentido de la vista como medio para conocer.
Todos
los hombres, por naturaleza, desean conocer. Prueba de ello es la estima de que
gozan las sensaciones, pues al margen de su utilidad, las estimamos por sí
mismas; y por encima de todas, a la sensación visual. En efecto, no sólo con el
fin de obrar, sino aun sin tener que efectuar acción alguna, preferimos, por así
decirlo, la vista a las demás. (Aristóteles, 1994, 69)
Particularmente,
en el ámbito artístico occidental y sus relatos, es evidente el predominio de
las referencias relacionadas con lo visual por encima de las propuestas sonoras
―entendidas fuera del espectro de la música. No obstante, la historia canónica
del arte ya no puede obviar los aportes relacionados con la creación sonora
hechos por el dadaísmo, el futurismo, el expresionismo, el surrealismo, el
fluxus, etc., y más adelante su concreción ―alrededor de los setenta―, al ser
explícitamente nombrado como «arte sonoro».
En
el país hay algunas exploraciones que, desde finales de los años noventa, están
abordando estos intereses, en los que no hay que olvidar las exploraciones que
desde mediados de los sesenta ya hacían artistas como Rolando Peña, y entre las que es imprescindible mencionar a Jorge Gómez
y los esfuerzos llevados a cabo desde 2009 por Arte Sonoro y Radioarte de Venezuela (ASRAV) ―del que Gómez está a
la cabeza acompañado por sus también fundadores, Amarilys Quintero y Rommel
Hervez― y sus Encuentros iberoamericanos
de arte sonoro «parlante» (2009,
2010 y 2011). También están la producción discográfica Ars sonus (2008), las indagaciones del reconocido músico Miguel
Noya y el reciente catálogo Arte sonoro
en Venezuela (2010).[1]
Aunque
ya han transcurrido más de cuarenta años desde su consolidación en la historia
occidental del arte, al menos en nuestro país falta mucho para que se difunda
la expresión artística del sonido entre las instituciones dedicadas a la
estética contemporánea y que se discuta pródigamente entre más artistas,
curadores, estudiosos de la cultura y público general, pues aún se trata de un
campo para sectores muy especializados.[2]
El
paisaje sonoro ―que parte de la premisa de que el acto de oír abre la interfaz
primaria a través de la cual se realiza el intercambio de información entre
individuo y entorno, ocurrido en un plano del que no somos plenamente
conscientes― por su parte, muestra diversas técnicas y manifestaciones.
Barry
Truax[4]
hace referencia a las transformaciones experimentadas por la «composición con
paisajes sonoros» en la que, al inicio, sólo se buscaban producciones
«neutrales» o «no invasivas» con respecto al entorno original. Más adelante se
examinó la compresión del hecho en el tiempo para simular la experiencia y
generar la ilusión de un sonido que, aunque familiar, en paralelo era
«extrañamente imaginario». El autor también hace mención de documentales sin
mezclas e intervenciones temporales en el audio de espacios registrados a
distintas horas del día y, a veces, con la inclusión de narraciones verbales o
conversaciones con lugareños. Asimismo, recuerda ejercicios de yuxtaposición de
señales sonoras y dialectos locales que «(…) presentan un mapa aural del país
que se experimenta en un espacio corto de tiempo»; yuxtaposiciones repentinas
con interrupciones técnicas que, en la ruptura con la línea conocida del
sonido, buscan «(…) invocar asociaciones semánticas en el oyente pero sin
obstruir la posibilidad de reconocimiento del mismo» y el uso de los archivos
de sonidos ambientales de la WSP para generar mezclas entre ellos. (Truax,
1996)
En Latinoamérica esta tendencia está
desarrollándose con una fuerza notoria en países como México, Chile, Ecuador,
Colombia y Uruguay, y es justamente en el paisaje sonoro
donde más adecuadamente se inscribe el proyecto Ecous (Yaracuy, Venezuela).
Invitación a la muestra diseñada por el proyecto ECOUS
En esta
oportunidad, el Museo de Arte Contemporáneo ha abierto su Sala Multimedia para
mostrar tres instalaciones de arte sonoro desarrolladas por Ecous, muy en sintonía con las búsquedas de ecología acústica planteadas
por los interesados en el ámbito del sonido, más allá de la mera
experimentación electroacústica. Durante los últimos años este colectivo se ha dedicado a registrar, comprender y ensamblar
los sonidos naturales y culturales ―biofonías, geofonías y antropofonías― de
Venezuela. Su abordaje se alimenta de investigaciones que imbrican distintas
disciplinas ―etnología, biología, artes gráficas, fotografía y arte sonoro― que
se internan en reservas ecológicas y/o en paisajes culturales para transformar
lo captado en archivo sonoro, estrategias pedagógicas y propuestas creativas en
las que la subjetividad abraza la observación científica, inclinando los
contenidos en pro de la sensibilización del sentido del oído aunque, en
dirección simultánea, a nuestra atención afectiva sobre el entorno y la
obligación de preservarlo.
Esta muestra es
una travesía que, partiendo del sonido, avanza hacia el denso conticinio,
«el punto más silencioso de la noche». El recorrido
está compuesto por tres umbrales:
Vigilia, es decir, el reino del día y la conciencia percibidos desde los
sonidos diurnos y acuáticos de Guáquira (estado Yaracuy) y Caparo (estado
Barinas); Somnia o el
reino nocturno, del sueño y lo inconsciente, donde los sonidos son libres de
geografías específicas y a la vez una mezcla experimental de ellas, y Reminiscencias,
donde los testimonios hacen del sueño y la vigilia un lugar de necesaria
memoria.
Esta primera
exposición sonora en la Sala Multimedia del MAC es también, en general, una
propuesta para que artistas, público y el resto de quienes hacemos parte del
sistema del arte, trascendamos, desde la atenta escucha, la perspectiva
meramente contemplativa, romántica y patrimonialista del sonido vernáculo, para
revisar los esquemas manejados en cuanto a las propias relaciones con los
sonidos naturales de esta tierra y de nuestras sociedades tradicionales o
campesinas, afrontando, como propone la artista sonora y teórica ecuatoriana
Mayra Estévez (2010, p. 72 y 2013, s/p), el esquema exotizante que la historia «universal»
del arte[5]
otorga a las producciones estéticas no euronortecéntricas y resistiendo al
hábito impuesto pero normalizado de pensarnos subalternos.
Albeley
Rodríguez
Caracas, agosto 2013
Referencias
-
Aristóteles, 1994. Metafísica, Madrid, Edit. Gredos.
-
Estévez, Mayra, 2013. «Mis “manos sonoras”
devoran la histérica garganta del mundo. Geopolítica y régimen colonial de la
sonoridad», Quito, El Telégrafo
encarte Cartón Piedra, pp. 13-17.
-
______________, 2010. «Estudios sonoros latinoamericanos: Violencia,
sonoridades y perspectiva decolonial», en Desenganche.
Visualidades y sonoridades otras, Quito, La Tronkal / AECID / OEI, pp. 54-75.
-
Gómez, Jorge, 2010. http://www.asrav.org/home.html
-
Pequeno, Sandro
et al, 2010. Arte sonoro en Venezuela,
Caracas, AECID / Oficina Cultural de la Embajada de España/ Espacio Mad / ONG.
-
Schafer, Murray
y B. Truax, 2007. «Los paisajes sonoros», en http://www.acousticecology.org/wildlandbiology.html
-
Truax, Barry, 1996. «Paisaje sonoro,
comunicación visual y composición con sonidos ambientales»,
publicado originalmente en Contemporary Music Review, vol.
15, parte 1, Vancouver (trad. Grupo Paisaje Sonoro), disponible en
http://www.eumus.edu.uy/eme/ps/txt/truax.html
Reminiscencias, 2011-2013
Instalación sonora
(Registros
etnográficos, antropofónicos y biofónicos, audífonos y cartografías)
Dimensiones variables
Duración: 12 min 30
seg
Somnia, 2011-2013
Instalación sonora
(Registros biofónicos y
geofónicos, cúpula, estrobo, cornetas, amplificador y cónsola)
Dimensiones variables
Duración: 18 min 50 seg
Vigilia, 2011-2013
Instalación sonora
(Registros biofónicos
y geofónicos, 4 cúpulas, 4 cornetas, amplificador y cónsola)
Dimensiones variables
Duración: 15 min 30
seg
Ficha
biográfica de Ecous
Curaduría y Textos: Albeley Rodríguez
Museografía: Proyecto ECOUS- Bolivia Chacón (MAC).
Diseño Gráfico: Proyecto ECOUS con asesoría de Carlos Rodríguez (MAC).
[1]Los dieciséis artistas participantes en Arte sonoro de Venezuela son: Miguel
Noya, Rolando Peña, Muu Blanco, Julio D´Escribán, Gil Sansón, Sandro Pequeno,
Jorge Gómez, Amarylis Quintero, Marco Montiel, Xavier Losada, José Gabriel
Hernández, Marcos Mujica, Alvise Sacchi, Rubén D´Hers, Miguel Ángel Fuster y
Miguel Ángel Noya.
[2]
Pequeno acota al respecto que «(…)
son muchos los retos. En el ámbito museográfico y curatorial, el arte
sonoro en nuestro país sigue siendo un fenómeno muy poco comprendido, y las
iniciativas al respecto son aún escasas e inconstantes. Ya no se trata
exclusivamente de educar al público: es necesario educar asimismo a los
críticos y curadores, si queremos que el país esté a la altura de sus mejores
creadores».
(2010, 22)
[3]Digo
al parecer, pues pongo en duda aquellos relatos que dan por sentado el origen único
y unilateral de la emergencia de nuevas modalidades del arte.
[4]Barry
Truax es cofundador, junto con Murray Schaffer, del World
Soundscape Project, compositor y profesor de música electroacústica, música por computador y comunicación acústica en la
Universidad Simon Fraser (Vancouver, Canadá).
[5]Hay
numerosos ejemplos de expoliación hecha por artistas modernos y aun
contemporáneos de sonoridades de pueblos originarios de África y América, así
como de la posterior catalogación de la manifestación estética original como
arte «primitivo».